Los
conventos de monjas fueron en las ciudades novo hispanas un legítimo
motivo de orgullo; su presencia significaba que la localidad tenia los
excedentes económicos necesarios para su sustento y sobre todo,
"Un buen número de hijas virtuosas, honra de las familias
que daban prestigio a los conventos y que al mismo tiempo lo recibían
de ellos".
El
estado de Guanajuato contó 3 conventos de monjas: el de San Miguel
el Grande (actual San Miguel de Allende), Irapuato (ya inexistente)
y el de Salvatierra, habiéndose negado a León el permiso
solicitado para un monasterio de Capuchinas, por considerar demasiado
cercanos los sendos conventos en Lagos (Jalisco) y Salvatierra pudiendo
resultar demasiado gravoso para la religión el sostenimiento
de un tercer monasterio.
El
templo y convento de las capuchinas en Salvatierra presenta las características
comunes a casi todos los conjuntos de este tipo: la nave del templo
paralela a la calle con portadas gemelas de ingreso, coro alto de grandes
dimensiones, coro bajo y tribuna en presbiterio.
El
carácter barroco de este conjunto, es evidente en varios detalles
con ornamentación mixtilínea, destaca el antiguo claustro
de novicias con tres arcos por deambulatorio, dos de ellos en media
claraboya y el central con intradós en capialzado, las portadas
gemelas de acceso al templo presentan también ornamentación
barroca en cantera blanca contrastando armóncamente con los muros
en severa fábrica de tezontle.
Esta
joya de la arquitectura religiosa en Guanajuato se ejecutó bajo
proyecto original de don Joaquín de Heredia, arquitecto mayor,
supernumerario de la corte de México, académico de mérito
de Real Academia de San Carlos de la Nueva España y agrimensor
general titualdo por su majestad de tierras y aguas en este reino.